Los que se van

El libro perteneció a la sociedad literaria llamada Grupo de Guayaquil, a la que más tarde se incorporaron Alfredo Pareja Diezcanseco y José de la Cuadra. La obra consiste en una compilación de 24 relatos cortos, con la intención de reflejar la vida de los campesinos ecuatorianos.
Cada cuento revela un profundo contenido realista y sociológico de esa época de la historia de Ecuador. Según muchos críticos, esta obra representa una pieza literaria democrática nacional; un libro testimonial y fuertemente influenciado por la historia del país.
Tras la publicación de la obra, se difundió rápidamente en las sociedades intelectuales de la época, en revistas reconocidas, periódicos y conferencias. Otros autores, no solo literarios, utilizaron frases de esta obra en contextos personales.
Los que se van fue una obra que marcó diferencia en la literatura de la época -influenciada por las manifestaciones del Romanticismo y Modernismo- con una tendencia hacia el realismo social. Con esta obra se rompió el esquema al que estaba acostumbrado el país, en lo que al ámbito literario se refiere.
Las cruces sobre el agua

El autor sitúa a los personajes en las zonas más humildes de Ecuador, siendo una de las novelas clásicas con más contenido de realismo social y, en general, sociológico. Además, es considerada una de las obras más relevantes en la historia de la literatura ecuatoriana.
La masacre del 15 de noviembre de 1922 -ocurrida en Guayaquil, Ecuador- fue el acontecimiento más importante de la obra. El evento consistió en una serie de saqueos liderados principalmente por la clase obrera y los trabajadores, como consecuencia de la situación económica que se vivía.
Gallegos trasladó algunos personajes de la vida política de esa época a la historia del libro. Estos movimientos fueron representativos para los socialistas. Por ello, Gallegos Lara se sintió tan apasionado por narrar, a modo de testimonial, los eventos históricos de la masacre.
La última erranza

Sin embargo, en los cuentos del texto se nota un cambio en la narrativa en comparación con otras de sus obras. El tono está cargado de profundidad y desolación, como es el caso de El guaraguao o Última erranza.
En este último libro, el escritor no olvidó su sentido social y el realismo natural de su escritura, características que envuelven el texto de estas páginas.
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